jueves, 17 de octubre de 2013
Cabandié, ser o no ser hijo de desaparecidos

Ignacio PeralesPor Ignacio PERALES, para SudAmericaHoy (SAH)

La campaña de unas elecciones suele ser una oportunidad para ajustar cuentas o hacer de la revancha un golpe, donde más duele, en los puntos débiles de los políticos. Se pasan facturas unos a otros, a veces verdaderas y otras no tanto. Superada la prueba del voto, la “normalidad” acostumbra a imponerse. Lo que ha sucedido esta semana en Argentina es diferente y difícilmente podrá caer en el olvido.

El protagonista del episodio que ha dado un vuelco a la campaña de las legislativas del 27 de octubre y zarandeado las conciencias de víctimas y sociedad ha sido Juan Cabandié, hijo de desaparecidos nacido en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), un centro emblemático de tortura y muerte de la última dictadura (1976-83).

El hoy diputado se enzarzó en una discusión de tránsito con una agente que le exigía insistentemente el recibo –que no tenía- de pago del seguro de su automóvil. Las imágenes del joven registran su mirada, su voz, los gestos y las advertencias a la mujer que trataba de cumplir con su deber y a un agente de Gendarmería que salió en su auxilio.

Los modos de Cabandié, el tono, sus sugerencias de que le intentaban sobornar y sus palabras amenazadoras, destilaban aplomo de poder, rencor , violencia verbal y anticipaban –como así fue- una venganza segura.

El resultado del “incidente”  se tradujo en el despido de la muchacha, de 22 años. Los argumentos del diputado, en su discusión con los agentes, se centraron en que era hijo de desaparecidos (cierto), había luchado contra la dictadura (falso) y “ponía huevo” (sin nada que añadir).

Cabandié se despachó más de media hora frente a unos funcionarios que, como muestra el vídeo, mantuvieron la corrección en todo momento y le dejaron marchar pese a no tener el seguro del vehículo. Desafiante, frente a ellos, tiró del teléfono en varias ocasiones y exigió que le aplicarán “un correctivo” a la muchacha, a “la flaquita”, a “la desubicadita”, a “la boluda” que se quedó sin respuesta a la pregunta de qué había hecho mal.

El vídeo es un testimonio histórico que hizo revolver de su asiento a Matías Reggiardo Tolosa, otro joven hijo de desaparecidos que también nació en la Esma -con su hermano mellizo-, al que el episodio le provocó “una furia incontenible”. En una carta abierta, le reprochó, entre otras cosas, que actuara como si fueran, «diferentes al resto de los mortales en nuestro país» o «una raza superior o que nuestra historia nos da derecho a tener impunidad».

El efecto de sus palabras en Cabandié fue nulo. La reacción del candidato que busca la reelección por el Frente para la Victoria que fundó el matrimonio Kirchner, fue no acusar recibo de lo que le dijo su compañero de tragedia.

Cabandié ofreció disculpas –por su conducta- antes de ejercer como defensa un ataque. Lo llamó “operación política”. Es cierto que el vídeo, difundido por secuencias interesadas, aparece cuando más perjuicio le puede causar pero no es menos cierto que él dijo lo que dijo e hizo lo que hizo.

Los reflejos de sus compañeros de partido y de Martín Insaurralde, el intendente de Lomas Zamora al que -inicialmente lo niega- le envía el mensaje para que aplique “el correctivo” fueron, con buen olfato político, censurar su proceder y ofrecer reparación a la joven desempleada.

El abuso de poder es una tentación a la que sucumben muchos políticos. En Argentina y en otras partes. Pero este caso tiene ingredientes propios que le dan otra dimensión. Cabandié, en definitiva, hizo lo que vio hacer a sus padrinos políticos. Utilizó la bandera de los derechos humanos como blindaje para sacar provecho personal en situaciones que son ajenas a la desgracia vivida. Actuó como un pequeño dictador perdona vidas y, lo que es más grave, sin respeto sobre su propia historia y la de miles de personas que, como él, sufrieron y todavía sufren las consecuencias de un régimen militar despiadado.

El vale todo en política suele encontrar un límite en temas sensibles como las víctimas del terrorismo de Estado pero Argentina, que ha padecido lo que no está en los escritos con sucesivas dictaduras, también en esto es una excepción. Por eso, es diferente. Muy triste.

Vídeo 1

Vídeo 2

Vídeo 3