viernes, 6 de septiembre de 2013
Siria, Sudamérica, el mundo y Obama

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Por Carmen DE CARLOS, para SudAmericaHoy (SAH)

Sudamérica no está sola y Obama, visto lo visto, tampoco. Las intenciones del presidente de Estados Unidos de bombardear Siria cuanto antes, han encontrado un muro de incomprensión en este lado del mundo y parte del otro pero también respaldo. La reunión del G-20 en Rusia no sirvió para convencer a las grandes potencias –y tampoco a las que no lo son- de la necesidad urgente e imperiosa de escarmentar al inefable Bashar al-Asad por la fuerza de las armas. Dicho esto, la mayoría de las naciones reconoce que no se puede esperar eternamente para poner freno a Siria

El bloque de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) expresó, sin fisuras, su repudio a una acción bélica. En esta ocasión Colombia y Perú coinciden con Argentina, ésta con Chile y el resto de los miembros -cada cual con su retórica– con Brasil. El gigante del bloque y del continente une su voz a otros «Brics» como Rusia, India, China y Sudáfrica que rechazan una salida militar.

En Europa tampoco Alemania se apunta al bombardeo. En la línea de, no al fuego contra Siria, se sitúan  Italia, España y el Reino Unido aunque con retórica diplomática al firmar un documento susceptible de diferentes lecturas en San Petersburgo.

La Francia de Francois Hollande es la única de los grandes del viejo continente que parece tener prisa en ver rodar miles de cabezas de hombres, mujeres y niños sirios. También y en primer lugar –como buena parte del mundo- la del presidente sirio que no dudó en «gasear» a su población.

Pero el daño colateral, traducido en vidas humanas es el precio que los aliados históricos de Estados Unidos no parecen estar, por ahora, dispuestos a pagar.

La opción militar no gusta al Presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman van Rompuy ni a José Manuel Barroso, al frente de la Comisión.  Aunque no lo diga en voz alta, tampoco el ruido de sables despierta simpatías en México.

Enrique Peña Nieto no desea enturbiar las relaciones con su vecino del norte y menos con la que está cayendo con el tema del espionaje. El presidente mexicano  anunció días atrás que se someterá incondicionalmente a las resoluciones que salgan del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

A nadie se le escapa que la brutalidad de Bashar al –Asad no debe ni puede quedar impune pero no son tiempos en los que Estados Unidos pueda ni deba hacer justicia por mano propia. Hay otras vías políticas.

El documento firmado en San Petersburgo por una decena de países reconoce, «que el conflicto de Siria no tiene una solución militar, reafirmamos nuestro compromiso de buscar una solución política y pacífica […]Estamos comprometidos con una solución política que se traducirá en una Siria unida, no excluyente y democrática«, concluye. Pero también es cierto que en el mismo se hace «un llamamiento para dar una fuerte respuesta internacional» al régimen de Siria.

El ataque que pretendía Obama tendrá que esperar. América Latina lo sabe, el mundo lo sabe y Estados Unidos, aunque lo disimule, también lo sabe.