viernes, 7 de junio de 2013
¿Qué sería de Buenos Aires sin el tango?

Tango en el barrio de San Telmo de Buenos Aires
Foto: Silvina Frydlewsky

Por Fernando Pastrano 

¡Ta tachán! Música y viajes están más relacionados de lo que pudiera parecer. Hay destinos (muchos más de los que piensas)  que son fundamentalmente musicales, o al menos en los que la música es una parte muy importante. ¡Qué sería de Jamaica sin el reggae! de Lisboa sin el fado, de Nueva Orleans sin el jazz, de México sin los corridos de los mariachis, de Brasil sin la bossa nova, de Buenos Aires sin el tango. ¡Turu tuturu turururú!…
La música nos aguarda en muchos países, en muchos lugares. Y otras veces la llevamos con nosotros como llevamos la ropa en la maleta o las ideas en el cerebro (el que las lleve, que tampoco quiero faltar a nadie). Todos tenemos una banda sonora de nuestra vida, la mía por edad y por convicción está repleta de Beatles. Pero también tenemos una banda sonora de nuestros viajes. Sonidos de ciudades,esplazamientos especialmente insulsos. Para mi la mejor forma de dormir en un avión -bueno, dormir es mucho decir-, de llegar a un estado cuasi catatónico, somnoliento es inyectarme música directamente en el tímpano a través de unos auriculares. Zzzzzzzzzz.
Al menos desde el invento del mp3 y del iPod, a principios de esta década, es evidente que la música nos acompaña a todas partes. Desde entonces es muy difícil ver por la calle una oreja (especialmente si pertenece a un joven) libre del pinganillo. Pero mucho antes ya existían los Cds portátiles y los walkman de cintas cassettes, hoy descansando en la otra vida. Incluso los receptores de radio de onda corta. “Habla Radio España Independiente, estación pirenaica“. Tará tararararara…
Igual que muchas veces sólo recordamos claramente lo que vemos en una foto (a mi me pasa constantemente, por eso me gusta fotografiarlo todo), otras veces una determinada música nos trae a la memoria un determinado lugar sin que ese sonido y ese sitio tengan aparente conexión. Para mí, por ejemplo, “Wake Me Up Before You Go Go” de Wham!, es sinónimo de Pekín. Y no tienen nada que ver, pero resulta que yo vivía en Pekín en 1985 cuando ese dúo británico fue a actuar a la capital china. Era uno de los primeros grupos de pop extranjeros que lo hacían y abarrotaron el enorme Estadio de los Trabajadores. Fue todo un acontecimiento. Naturalmente fui a verlos, aunque apenas me sonaba su nombre, y con la entrada regalaban una cassette con esa canción, que luego puse en mi apartamento pequinés una y otra vez. Hoy, siempre que la vuelvo a oír me acuerdo de Pekín, van unidas indefectiblemente.
La música es parte de la cultura, y para mi viajar es ante todo cultura. Conocer un país es verlo, tocarlo, gustarlo, oírlo: vivirlo. Por eso siempre he querido recomendar en la guías que se publican al final de los reportajes de viajes, además de monumentos, hoteles y restaurantes, músicas relacionadas con el destino. El día que a este blog le pueda poner una sintonía musical seré feliz. Bueno, cási. Y dejarme de tanta onomatopeya. Tuda, tunda, tunda